martes, 24 de abril de 2012

SERIE DE VARIOS RELATOS

Hola amigos de TUXPANJOVEN, lo que a continuación les envío son una serie de relatos que antaño se escuchaban con frecuencia en Tuxpan, y que no dejan de ser parte de nuestro acervo popular. Un servidor siempre a pugnado en la Cd. de Morelia donde radico y en más de una ocasión lo comenté con alguna autoridad de Tuxpan, que las leyendas los relatos y lo cuentos no deben desaparecer con la modernidad, pues aparte de ser el entretenimiento más antiguo de la humanidad son parte de la idiosincrasia y cultura de los pueblos, cada cual con sus historias y leyendas propias. Como todos lo sabemos en la edad media y en el renacimiento los relatos de terror y misterio fueron muy populares en Europa y que hoy se le conoce como literatura gótica. Nuestro México es muy rico en esos tópicos y mi Tuxpan no es la excepción. Yo soy una persona de la 3ra. edad que nací y viví en Tuxpan al cual amo entrañablemente, mis hijos también son tuxpanenses, quieren mucho a su pueblo natal y yo les enseñé a respetar sus costumbres que ahora las hacen propias...Por eso los invito a ustedes que son nuevas y valiosas generaciones a que se enteren de las historias y leyendas de nuestro querido Tuxpan, las que yo relato seguramente no serán las únicas, pregunten a la gente mayor, ellos sabrán muchas más... Reciban un cordial saludo. 

 LA PROCESIÓN FANTASMA: Se decía que por algunas calles de Tuxpan, como por ejemplo Mariano Escobedo, por donde estaba antiguamente el rastro, o por el barrio de “El Cuervo,” o por “La Cruz Blanca,” o por donde se hace la placita en Diciembre, o por la calle del Panteón, se puede ver como a las doce de la noche, siempre a la distancia, unas lucecitas al parecer de velas parpadeantes en movimiento acompañadas de murmullos de rezos: los que miraban aquello pensaban que se trataba de una procesión, pero repentinamente desaparecían a corta distancia ante los Propios ojos del desconcertado y luego asustado trasnochado. Se dice que este fenómeno, como la mayoría de los sucesos fantasmagóricos, sigue ocurriendo

. LA MUJER FANTASMA DEL TREN NOCTURNO: Esta leyenda que ya referí en páginas anteriores. Se decía que después de pitar el tren nocturno de pasajeros que se alejaba rumbo a Manzanillo, un impresionante silencio reinaba por el rumbo de la estación. Después, un recio taconear de mujer se escuchaba, sobre todo por la calle Álvaro Obregón, seguido por el alarmado ladrar de los perros. Luego, una fantasmal y escalofriante figura que algunos vecinos la llegaron a ver, era una alta mujer vestida de negro, con anticuado sombreo y velo cargando una maleta del mismo color, se paraba en las esquinas volteando para todos lados, para enseguida proseguir su macabra marcha hacia el centro hasta perderse por el atrio, o también la llegaron a ver entrar al Panteón. Los perros ladraban lastimeros durante varios minutos.  

EL DIABLO A CABALLO: Esta historia fue un hecho real que se distorsionó de boca en boca. Resulta que, allá por l958-60, se soltó un fuerte rumor de que por la calle Libertad, bajaba de Poniente a Oriente como a las tres de la mañana, un Charro vestido de negro en un enorme caballo del mismo color, arrastrando unas cadenas. Algunos vecinos de la mencionada calle, decidieron desvelarse y cerciorarse por sus propios ojos; estos, provistos de crucifijos, velas, agua bendita, y desde luego de un buen café de olla con su piquetito, se dispusieron a esperar cerca de una ventana. Las horas transcurrieron lentas sin novedad marcadas por el monótono tic tac de un viejo reloj de pared, se escuchaban solo los normales ladridos de los perros, el rebuznido de algún burrito a lo lejos los grillos y algunos gatos en celo que maullaban espeluznantes. De pronto, un poco después de que el antiguo reloj de la única torre de la Iglesia en ese tiempo, marcara las tres de la madrugada; los pacientes atisbadores escucharon casi imperceptible en un principio, como lejanos cascos de caballo. Poco a poco se fue esclareciendo, si en efecto, cascos de caballo se acercaban, pero también se distinguía otro sonido metálico, las Cadenas, pensaron de inmediato. Aquella extraña combinación de sonidos cada vez estaba mas cerca. Por fin, ahora pasaba exactamente por enfrente; el corazón les latía aceleradamente. Uno de ellos, el de mas valor tomó el crucifico con fuerza y decididamente abrió la ventana. La sorpresa de todos fue mayúscula, ciertamente, un jinete avanzaba sobre una enorme montura negra, pero no era el Diablo ni nada parecido; sino un lechero que montaba un “Macho” negro con varios botes lecheros de diferentes tamaños colgando de la montura, estos hacían los ruidos que la gente decía eran cadenas; el señor usaba un sombrero grande y sarape negro. Desde luego este también se sorprendió cuando abrieron la ventana tan de repente mostrándole un crucifico y aventándole agua bendita. Ya platicando y todos mas tranquilos, les dijo que el diariamente a esa hora pasaba por ahí, atravesando la población para ordeñar sus vacas, y que ya había oído que lo confundían con el Diablo pero que nunca le dio importancia. Así pues, todo se aclaró… Aunque hay quien jura que hoy en día se sigue escuchando el espeluznante sonido de cascos de caballo y algo metálico que arrastra en la madrugada, con el alarmado ladrar de los perros. 

 LOS ELEFANTES DEL CIRCO: Las tres mujeres gritaron del susto al tiempo que soltaban sus baldes de nixtamal; lo que por un momento pensaron que eran montones de arena, en la semioscuridad de la calle, de repente cobraban vida aumentando de tamaño, pero el susto se convirtió en pánico cuando vieron que se trataba de tres enormes elefantes, que también nerviosos observaban a las mujeres. Estas, sin dejar de gritar se regresaron corriendo a sus cercanas casas. A los pocos minutos todo el barrio había despertado y salían a investigar porque tanta alarma. Resultó ser que tres pacíficos paquidermos, seguramente por un descuido, se escaparon del “Circo Atayde” que había llegado a Tuxpan como todos los años y se instalaba en las canchas del S.T.A. Y en lo solitario de la noche, silenciosamente se desplazaron sin rumbo fijo llegando hasta “La Calle De La Arena” conocida así por carecer de empedrado y que con la corriente de las lluvias, dejaban un húmedo lecho de arena; probablemente los elefantes al llegar a ese lugar, les gustó lo fresco y se echaron para dormir, con el consiguiente susto para las madrugadoras mujeres. Desde luego cuando volvió la calma, avisaron a la policía y estos al circo, los cuales regresaron a los mansos animales antes de que amaneciera. Esto sucedió en la década de los cincuentas.

 EL GRITO DE LA LLORONA POR EL RUMBO DEL SALATÓN: Según la leyenda, “La Llorona” que se llamó María Moncada De Los Reyes (Es una de las versiones) busca a sus hijos por arroyos y ríos, pues se dice que ella misma los ahogó en siglo XVl loca de celos al sentirse engañada por el padre de los mismos. Es por eso que su terrible grito se escuche en esos lugares; entonces ¿por qué mucha gente de Tuxpan la escuchaba por el rumbo del Zalatón?.. ¡Bueno! La explicación puede ser que, decían los enterados, el tanque del agua cercano a este atraía a la legendaria y siniestra mujer. Lo cierto es que, familias enteras que vivían cerca de ese lugar, llegaron a escuchar estupefactos romper el silencio de la noche el horrible alarido, y el alarmado ladrar de los perros. Se decía de un campesino, que lo alcanzó la media noche de regreso de su labor; cuando pasaba por “El Zalatón” escuchó los sollozos de una mujer provenientes del tanque del agua, había luna casi llena, por lo que distinguió claramente a la que lloraba recargada en el depósito; se encaminó hacía ella, cuando estuvo cerca le preguntó que le pasaba...por toda respuesta, la acongojada figura femenina vestida de blanco se elevó por los aires, dando horribles gritos mas parecidos a los de un animal pero que aún así se le entendía las palabras “Mis hijooooos.” El buen hombre corrió lleno de pánico y terror indescriptible, llegó a su casa desencajado, con alta fiebre y el hablar tartamudo, así contó su terrible experiencia; después, solo dijo incoherencias con la mirada vaga...había perdido la razón. 

EL ARCO DE LOS AHORCADOS: Antes de llegar al paso de “San Miguel” un poco mas arriba de “Tizatirla,” había un arco de piedra al parecer parte de un canal. Los habitantes del poblado de “San Miguel” evitaban pasar por ahí de noche, pues aseguraban ver colgado del arco a un ahorcado que luego desaparecía. Pero un suceso mas macabro aún, le podía pasar a alguien que se lo hubiese agarrado la noche de regreso a San Miguel; repentinamente sentía el peso del ahorcado y escuchaba su respiración jadeante que lo llevaba en las ancas del caballo. En ese lugar se dice, colgaron a mucha gente en tiempos de la guerra cristera.

 LA PUERCA NEGRA: Por el Oriente de la Población, se dice que en altas horas de la noche o en la madrugada, suelen ver a una puerca negra con media docena de puerquitos del mismo color. Lo Satánico consistía en que, los que se encontraron a los mencionados animales, por lo general trasnochados y parranderos, se les paraba en las patas traseras y también las crías, al tiempo que saludaba a los aterrados parroquianos con un gruñido coloquial de ¡Buenas Noches!.. Luego se alejaba cantando alguna popular canción de moda según la época; dicen que aquella de ¡Amor chiquito, acabado de nacer!... La llegaron a escuchar algunos de los horrorizados testigos, para con esa tonadilla perderse en la oscuridad los entes diabólicos. 

 EL TAMBORILERO SIN CABEZA: En el silencio de la noche el sonido es inconfundible, un tambor con acompasado y lento sonar se oye sobre la calle paralela a la vía del ferrocarril; se pasea desde el Zalatón (hoy comederos) hasta la alcantarilla de la calle Álvaro Obregón, luego se regresa. No ha faltado alguien, intrigado, que se asoma a ver quien toca el tambor a esa hora; Lo que ven es desquiciante, pues el que lo hace es un niño como de doce años, pero lo aterrador es que; el jovencito tamborilero... ¡No tiene cabeza! 

EL FANTASMA GIGANTE: Por la calle Fray Juan De Padilla, entre Independencia y Morelos, después de las once de la noche, se decía que caminaba un hombre de saco y corbata como de l.85 Mts. de porte altivo. Parece indiferente a todo, si el que se encontraba con el lo saludaba, este no contestaba, pero si ya al pasarle de largo volteaba quizá intrigado, veía horrorizado que el extraño personaje había aumentado de tamaño, como entre dos y medio y tres metros de altura. Algunas veces, se daba la media vuelta para perseguir al asustado parroquiano que huía despavorido. 

 LA CARRETA DE LA MUERTE: Los que la han escuchado dicen que se enchina la piel se siente que se erizan los cabellos, en aquel Tuxpan mal alumbrado de hace cincuenta o sesenta años, se podía ver en la penumbra una lucecita como de vela o sirio y oír el rechinar espeluznante de una carreta. La gente se santiguaba y se ponía a rezar; sabían que era “La Carreta De La Muerte” y que cuando se escuchaba, alguien de las cercanías moriría en los próximos días u horas y lo más probable es que sería de manera trágica. Como en todas las cosas paranormales, los perros y algunos otros animales las perciben mejor que los humanos, por lo consiguiente a los ladridos y aullidos lastimeros, se unían también otros animales como las gallinas, emitiendo un peculiar sonido de alarma y miedo, una especie de silbido tembloroso, las vacas mugían y se apretujaban unas con otras en los corrales...sentían o percibían que la muerte iba pasando. 

POR: JOSÉ SILVA VÁZQUEZ

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