sábado, 31 de marzo de 2012

EL PAJARITO

“El pajarito”… Con ese simpático apodo conocía la gente a don Herminio, un refugiado español que llegó muy joven a México y después a Tuxpan, huyendo de la guerra civil de su país, en la década de los treinta del siglo pasado. El pajarito, siempre de buen humor, todo el día silbaba y cantaba en su negocio de ropa, a media cuadra del jardín por la calle Zaragoza, de ahí su sobrenombre.

Su tienda se especializaba en productos textiles para el pueblo, como mezclilla, cabeza de indio, calzones de manta, paliacates, rebozos, telas estampadas etc.

Siempre de muy buen ánimo atendía a la clientela con cordialidad y alegría… _¡Pasen con su amigo El Pajarito! ¿Que van a llevar? ¡Todo es de la mejor calidad!_ les decía don Herminio muy sonriente; además de ayudar a gente de escasos recursos a veces hasta regalándoles lo que necesitaban, por lo que era muy estimado.

Afirmaba ser originario del puerto de Gijón, bañado por las aguas del Mar Cantábrico en el principado de Asturias, así lo recordaba con nostalgia; aunque aseguraba, ahora querer mucho a Tuxpan también. Tenía hábitos muy especiales, por ejemplo, era muy pulcro, diariamente se bañaba a las cuatro de la mañana para asistir a misa de cinco. En su negocio gustaba de entretener a los niños haciéndoles sencillos trucos de magia y contarles historias de su tierra querida… Decía que frente a Gijón, mar adentro o en los acantilados, pescadores y marineros era frecuente que viesen a las mitológicas Sirenas, y mas adentro aún a enormes monstruos marinos; esto emocionaba a chicos y grandes.

El pajarito era un buen hombre, de los que dejan huella positiva en una comunidad; siempre aportaba recursos generosamente para las fiestas cívicas y religiosas de la población, suplicando no mencionaran su nombre; fue un fiel devoto del Señor del Perdón. Algunas veces trataron de asaltarlo pues en ocasiones cerraba ya muy noche, afortunadamente salió ileso y entonces procedió en lo sucesivo a cerrar en cuanto oscurecía.

Se decía que solía tener grandes cantidades de dinero en billetes y monedas de plata que guardaba entre los rollos de tela, quizá por eso los intentos de asalto. Don Herminio el Pajarito vivió solo y murió solo, acompañado únicamente por los recuerdos y añoranzas de su madre patria; pero agradecido con un pueblo que lo adoptó y lo cobijó como a un hijo. Dejó de existir en la década de los sesentas, cuando había cambiado su negocio a la esquina de la Presidencia Municipal en la calle Reforma frente al jardín; se supo que hasta entonces vinieron algunos familiares de España, quizá buscando su testamento… El Pajarito siempre manifestó su deseo de morir en su amado Tuxpan y sus hermosas tradiciones, como el lo decía… Al amparo del Cristo del Perdón…

POR: JOSÉ SILVA VÁZQUEZ

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